Entender la actual situación del mercado triguero, implica no solo ver el "corto plazo" sino hacer un poco de "revisionismo" histórico. Responder a la preguntas ¿por qué el trigo cotiza más que la soja? y ¿nos estamos quedando sin trigo? implica analizar no solo la producción, industrialización y exportación de la última campaña, sino también de las anteriores.
Arrancando por el corto plazo, en la última campaña triguera se sembraron entre 3,1-3,4 millones de hectáreas (la más baja en la historia) y dado que las condiciones climáticas no fueron las mejores, el rendimiento nacional se ubicó en torno a los 2.900 kilogramos por hectárea, lo que da una producción de entre 9 y 9,8 millones de toneladas. Este nivel es bajo y se encuentra entre los peores registros de los últimos veinte años.
Ahora es preciso ver cuanto trigo es necesario en el país. En promedio, en los últimos cinco años se han destinado a molinería 6,3 millones de toneladas (a razón de 530 mil toneladas al mes) con las cuales se producen alrededor de 4,7 millones de toneladas de harina (por cada tonelada de trigo, sale 0,75 tonelada de harina). Es decir, Argentina consume (transforma) 6,3 millones de trigo. Sin embargo, es pertinente aclarar que del total de harina producida, no todo se consume, sino que hay una parte que se exporta -la cual ha ido en aumento en los últimos años pasando del 14,8% del total de harina producida en 2005 al 20,6% en 2012. Este comportamiento sin dudas fue favorecido por las trabas del gobierno a la exportación del grano del trigo a través de lo que se conoce como ROEs (Registro de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior de productos agrícolas), lo cual generó bajos precio internos para el grano que los molinos aprovecharon (aunque también sufrieron congelamientos de precios, pero que al poder introducir elementos diferenciadores en las harinas pudieron evitarlos en parte), lo cual incentivó un mayor consumo de harina per capita en el mercado doméstico, y a su vez, un crecimiento de la exportación. Sin embargo, la intervención gubernamental, desalentó a los productores a la producción de trigo, como quedó demostrado.
Teniendo en cuenta el monto destinado al consumo interno, el saldo exportable de la última campaña quedaría en 2,7 y 3,5 millones de toneladas. Bajo este escenario parecería no haber complicaciones hasta la próxima campaña porque el comercio exterior es manejado por el gobierno. Pero ante la fuerte escalada de precios, queda a la vista que la situación no es así, por lo que surge un interrogante sobre ¿quién tiene el trigo?
Para responder a esa pregunta, es necesario analizar un poco los dos últimos años de intervenciones del gobierno: en los años 2011 y 2012, hubo niveles de producción aceptables que generaron un saldo exportable aproximado de 9,6 y 7,8 millones, respectivamente. Frente a estos buenos resultados, el gobierno en 2011 aprobó 7,4 millones de toneladas para la exportación (lo cual permitió incrementar los stocks); pero en 2012 aprobó 12,2 millones (superior a los 7,8 millones de toneladas de saldo exportable), lo cual llevó a que se venda el stock existente que pasó de 5,1 millones de toneladas al inicio de la campaña, a 1,4 millones.
Es decir, el año previo el Estado pautó el incremento de ROE's con un objetivo fuerte que era incrementar la producción de trigo para captar más dólares de la exportación. Pero esa medida, claro está, no incentivó la siembra sino que produjó una fuerte caída en los stocks nacionales.
La cuestión que deriva en la situación actual, es que existen 5,3 millones de ROE's aprobados en 2012 que vencen entre junio y diciembre de este año, por lo que los exportadores el año pasado han comprado para abastecerse y poder cumplir sus obligaciones hoy. Frente a este panorama, durante 2013 solo se han aprobado 34.760 toneladas.
Entonces, ¿cómo se distribuyen las compras de la actual campaña? Según datos al 15 de mayo, en total se
han comprado 7,3 millones de toneladas, de las cuales 5 millones han sido por
parte de la exportación y 2,3 millones por la industria. Entonces, estaría
quedando en manos de los productores aproximadamente 2 millones de toneladas.
En vista de estos números, los 2,3 millones
comprados por la industria alcanzarían -según el ritmo de molienda promedio de 2013 de 465.279 toneladas al mes, inferior al de los últimos 5 años-
para 5 meses. Es decir, por la fecha de los datos publicados, la molinería estaría con insumos aproximados para menos de un mes más de molienda. Este hecho responde a la primer pregunta del artículo ¿por qué el trigo cotiza más que la soja?, básicamente porque la industria no tiene insumos por lo que salen a ofrecer mayores precios.
Pero para responder a la segunda pregunta ¿nos estamos quedando sin trigo?, es necesario hacer un cálculo adicional. Si los productores venden los 2 millones aproximados que tienen en sus manos, habría volumen para 4 meses y medio, por lo que si consideramos que los molinos tienen trigo hasta fines de junio y esos meses que se agregan con lo que vendan los productores, en noviembre la disponibilidad de trigo estaría en duda.
Las tres alternativas que posee el gobierno (que algunas se van a utilizar de manera conjunta) es utilizar la coerción y obligar a los exportadores a vender localmente parte de las 2 millones de toneladas que aún tienen sin embarcar; restringir las exportaciones de harina (aunque aún ahi necesitaría de la venta de trigo de los exportadores); o, importar trigo (a los precios actuales, se estaría consiguiendo trigo de afuera más barato que el interno). Lo más probable es que el gobierno avance en una mezcla de las dos primeras medidas.
Entonces, analizado el panorama de que existe trigo y que de mediar las "políticas" necesarias no se produciría desabastecimiento, el otro factor a tener el cuenta es el precio que se va a pagar por el. Probablemente hasta que se establezcan cuál será el camino a seguir por el gobierno, los precios sigan altos para poder acceder a la materia prima. Recién se estaría descomprimiendo la situación cuando empiece a entrar la nueva cosecha en diciembre, siempre que no medie alguna política de control de precios del Estado.
Este caso, sumado al ya conocido de la carne bovina, demuestra lo que pueden provocar las malas intervenciones en determinados mercados. Vale tener en cuenta que el reintegro de las retenciones al trigo a los productores a través del fideicomiso (Detalles del fideicomiso para el trigo; Repercusión para el productor de la devolución) fue una medida pensada más desde la óptica de la necesidad de dólares (y caja), que de la necesidad de trigo, porque de haber primado la segunda opción la medida hubiera sido más directa para generar un mayor incentivo en los productores dado que la intención de siembra para la campaña que está arrancando es de 3,9 millones, si bien superior a su antecesora, aún bajo en relación al histórico.